La mayoría de los adultos piensa que las recomendaciones que los expertos les realizan a ellos, sirven también para sus amigos y familiares, lo cual inevitablemente genera muchos mitos sobre la alimentación.
La verdad es que no existe una única manera de alimentarse saludable, ya que esto depende de múltiples factores entre los cuales se encuentran principalmente; la etapa del ciclo vital, patologías, género, nivel de actividad física, creencias y culturas.
Todos estos factores individualizan las necesidades y determinan lo que es sano para cada individuo o grupo de individuos con factores en común.
Iremos derribando uno a uno mitos que perjudican la alimentación de tus hijos sin que tú lo sepas, guiándote a tomar las mejores decisiones para cuidarlo a través de su alimentación.
Mito: Mi hijo debe comerse toda la comida
El que un hijo coma toda la comida es uno de los motivos de mayor preocupación de padres y madres. En la mayoría de los casos cuando un niño ocasionalmente no come todo el alimento que está servido en el plato no significa que se encuentre enfermo, pues en general ésta situación se revierte fácilmente.
La mayor parte de los niños que rechazan comer tienen un apetito apropiado para su edad y su ritmo de crecimiento. Es normal que la ingesta de alimentos varíe de un día a otro, y pese a que para quien guía su ingesta parece que ellos no comen lo suficiente o permanecen sin comer durante largos y preocupantes periodos de tiempo, su crecimiento y desarrollo es normal.
Muy frecuentemente, se comente el error de forzarlos a comer y esto es debido a que se desconoce o no se entiende que existe una disminución fisiológica del apetito que se da después del primer año de edad. Posterior al año de vida la velocidad de crecimiento es solo del 20-30 % del que tuvieron durante su primer año de vida. Como consecuencia, a esta edad los niños tienen menores requerimientos nutritivos y un menor apetito.
Los niños están más interesados por el mundo que los rodea que por los alimentos. Forzándoles a comer un determinado alimento podemos conseguir que los rehúse todos, y puede quedar condicionado a rechazar la comida, ya que para él, el acto de comer se convierte en algo incómodo y poco placentero.
Por lo que debemos ser pacientes, invitar de manera cálida y dando el ejemplo a probar diferentes alimentos uno a la vez y repetir las veces necesarias en diferentes oportunidades sin mostrar ansiedad y exceso de preocupación.
Qué hacer frente a las constantes señales de inapetencia
Podríamos dividir las inapetencias en 2; Inapetencia falsa e Inapetencia verdadera.
La inapetencia falsa, debemos sospecharla cuando el niño come muchas golosinas, toma jugos todo el día, toma abundante cantidad de leche, come a deshora, come dulces antes de las comidas y no acepta determinados alimentos, por ejemplo verduras.
La inapetencia verdadera, es la se presenta en un niño con un peso menor normal para su edad, que se muestra notoriamente sin energías o desganado. Esta situación, suele ser generalmente sinónimo de enfermedad, y el médico es el encargado de realizar un diagnóstico y comenzar el tratamiento con apoyo nutricional lo antes posible para que el niño pueda reiniciar una alimentación adecuada y recuperar su peso.
Cómo manejar a un niño con “inapetencia falsa”:
- Cumplir con las cuatro comidas principales diarias; desayuno, almuerzo, once y cena, reducir el consumo de golosinas y controlar la ingesta de jugo o leche entre ellas.
- Cuidar mantener una buena convivencia a la hora de comer así como el comportamiento de cada uno de los miembros de la familia en la mesa puede estimular al niño a imitarlos y de esta manera a comer de forma correcta. Se debe evitar compaginar la comida con otras actividades (TV, radio, juegos…)
- Permanecer en la mesa durante el tiempo que dure la comida.
- Comer los diferentes platos según el orden de su presentación (ensalada, plato de fondo y postre)
- Tener en cuenta las preferencias del niño y cuidar la presentación de los platos. Un plato decorado con gusto, raciones individuales, platos sorpresa, explicar un cuento, estimulan más el apetito.
- Probar con alimentos nuevos en pequeñas cantidades, negociar una cantidad mínima, y aunque algunos sean rechazados, no ceder a los caprichos.
- Debido a su menor capacidad y a su apetito variable, responden mejor a porciones pequeñas de alimentos ofrecidas varias veces al día.
- Cuando el niño adopta una conducta inadecuada a la hora de comer, no se deberá manifestar con gritos, enojos o castigos. Se retira el plato una vez finalizado el tiempo acordado y se le presenta en la próxima comida. No tiene sentido “chantajear”, “negociar” o “castigar” al niño para conseguir que coma. Los niños que comen menos en una comida lo suelen compensar comiendo más en la siguiente.
- Los niños pueden estar cansados o muy estimulados como consecuencia de los juegos y por lo tanto no tener sensación de hambre ni deseos de comer.
Cómo manejar a un niño con “inapetencia verdadera”:
Cuando la falta de apetito es consecuencia de una enfermedad, la inapetencia aparece de forma brusca y se relaciona con todo tipo de alimentos, no siendo un rechazo selectivo o concreto de un alimento determinado de la dieta.
En este caso, se pueden seguir las siguientes recomendaciones:
- Fraccionar las comidas en varias tomas de menor volumen.
- Ofrecer líquidos entre horas, no durante las principales comidas para no disminuir el apetito del niño.
- Enriquecer los platos para que estos sean más nutritivos: añadiendo leche en polvo al vaso de leche, clara de huevo en el puré, avena en el batido de frutas, entre otros.
En la mayoría de los casos, el rechazo a alimentos concretos suele ser transitorio y con los años, los niños vuelven a introducirlos en la dieta diaria.